En un mundo como el actual, en el que las nuevas tecnologías nos hacen más accesible que nunca acercarnos a cualquier producto o servicio, y para lo cual solo necesitamos “hacer un click”; muchas veces necesitamos distinguir entre dos conceptos íntimamente relacionados pero a la vez diferentes: eficacia y eficiencia. Según el gurú del management Peter Drucker: “Eficiencia significa hacer bien las cosas. Eficacia es hacer lo que hay que hacer”.
Tal cual entiendo yo dicha reflexión -y en base a la experiencia de lo que supone el día a día de mi negocio-, cuando hablamos de eficacia nos referimos a conseguir un objetivo a cualquier precio. Y cuando nos referimos a eficiencia, se trata de conseguir el mismo resultado, pero con la mínima utilización de recursos. Es decir, -y dicho en castellano antiguo- que nos cueste la menor pasta posible conseguirlo.
Pues bién, si trasladamos este criterio concretamente a la compraventa de viviendas; nuestro objetivo es ser lo más eficientes posible para nuestros clientes, o lo que viene a ser lo mismo, que ellos consigan el trato más favorable para sus bolsillos. Que cuando se trata de compra será conseguir la vivienda al precio más bajo posible; y cuando se trata de venta, vender su propiedad al precio más alto que nos permita el mercado.
Y claro, como decíamos al principio, la nuevas tecnologías estan cambiando muchas cosas y la mayoría para mejor. De hecho, encontrar una vivienda o un comprador para la nuestra, nunca había sido tan sencillo como lo es hoy día a través de internet. Es tan simple como entrar en un buscador, seleccionar una tipología, precio y ubicación; y podemos acceder a decenas de viviendas que cumplen esos requisitos. Y si lo que queremos es vender una propiedad, de una forma muy ágil y sencilla, podemos haber subido una vivienda a cualquier portal inmobiliario en menos de una hora.
Por tanto, todos coincidiremos en que conseguir nuestro objetivo de compra o venta con eficacia, es relativamente fácil. Pero… ¿eso nos garantiza que lo hagamos de forma eficiente? es decir, consiguiéndolo en el menor tiempo posible y al mejor precio que nos permita el mercado. Porque para eso, ya si que se necesita conocimiento, experiencia y recursos. Y claro, esto es algo en lo que internet ya no nos podrá ayudar. Al menos, si dicho servicio no lo “subcontrata” a PERSONAS.
De hecho y según las estadísticas, entorno al 70% de las personas empezamos la búsqueda o venta de nuestra vivienda a través de internet, aunque más del 40% terminan materializando la operación a través de un agente o agencia inmobiliaria. Y esto es así por diversos factores, pero como decíamos al principio, principalmente por una cuestión de eficiencia. Y si somos más concretos, son 2 los factores que van a condicionar dicho resultado: tiempo y dinero. También la garantía jurídica que supone estar asesorado por alguien con conocimiento y que tenga una mínima estructura, pero en eso se me presupone cierto conflicto de interés, y prefiero no entrar ahí, al menos no en esta publicación.
1º FACTOR: EL TIEMPO
El proceso de búsqueda o venta de vivienda puede ser agotador, al menos eso nos trasmiten la mayoría de clientes cuando ya llevan tiempo en el mercado. Para evitar estas demoras innecesarias, es importante hacer un filtro de clientes y de propiedades, para planificar esas visitas de compradores, y que realmente se ajusten a sus criterios de búsqueda. La mayoría de agencias cuentan con un software de gestión o CRM, y a través un protocolo de clasificación de clientes, el “casamiento” entre comprador y vendedor se acelera drásticamente.
En este punto podría añadir un sinfín de condicionantes más, pero la mayoría ya se encuentran incluídos en un artículo que escribimos hace unos meses sobre los “6 errores que debes evitar al vender tu vivienda”; el cual invito a consultar, porque seguro que muchos de vosotros os encontraréis identificados con lo que hay escrito en él.
2º FACTOR: EL DINERO
Las estadísticas a nivel internacional son claras en este punto. En un estudio publicado en 2015 por la NAR (asociación internacional de inmobiliarios), el precio medio de venta de las viviendas cuando la operación se realizaba a través de un agente inmobiliario era de 217.950 €. Sin embargo, cuando la venta se producía directamente entre particulares, ese precio bajaba a 183.800 €. Y cuando además dichos particulares se conocían o tenían algún tipo de relación (familiares, vecinos, amigos, compañeros de trabajo, etc), el precio bajaba a 132.900 €.
Estamos hablando de más de 35.000 € de media, es decir, más de un 16% de bajada en el precio. Lo cual, yo creo que evidencia más que de sobra la intervención de un profesional inmobiliario, con independencia del porcentaje de honorarios que incluya dicho servicio; que por lo normal -y esto son también datos a nivel internacional- rondarán entre un 3 y un 6%.
Así la cosas -y gracias a que nos encontramos en lo que llamamos libre mercado-, cada cual es libre de comprar o vender de la forma que le resulte más cómoda y más se ajuste a su perfil. Eso sí, las estadísticas están ahí, y objetivamente los resultados que arrojan, indican claramente la utilidad de trabajar con un agente inmobilirio; donde lejos de suponernos un gasto añadido, será una inversión que condicionará en gran medida, el ahorro económico y de tiempo que finalmente obtendremos gracias a su gestión. No dejando de ser esto, lo que persigue cualquier persona que sale al mercado de vivienda, ya sea para comprar o vender.