Conseguir una hipoteca es relativamente sencillo, siempre y cuando que contemos con un mínimo de solvencia, y que la tasación de la vivienda que vayamos a adquirir, esté en línea con el importe de financiación que hayamos solicitado a la entidad financiera. Hasta aquí perfecto. Pero claro, nosotros no debemos conformarnos con que nos den la hipoteca a cualquier precio, ¿verdad?
Como requisitos mínimos para poder acceder a una hipoteca a día de hoy, tenemos que tener principalmente dos cosas: ahorros mínimos e ingresos suficientes. Hay otros que tendrán que ver con la política del banco o el contexto económico existente en el momento de solicitarla, pero principalmente son esos dos.
La mayoría de los bancos financian hasta un 80% del valor de tasación o del de compra de la vivienda. Normalmente el más bajo de los dos. Por lo tanto, el 20% restante lo vamos a tener que aportar nosotros. Además debemos disponer para los gastos asociados a la compra, que rondan en torno al 10%. Es decir, en total debemos contar con el 30% del importe que suponga la operación de compraventa.
Por otra parte, el banco va a hacer un estudio del riesgo, teniendo en cuenta nuestro nivel de ingresos y la estabilidad laboral. Y por supuesto, el nivel de apalancamiento o endeudamiento total, es decir, si existen otros préstamos (personales, vehículos, etc). En total, la cuota de la hipoteca no debería suponer más de un 35% de los ingresos mensuales.
También es importante, que a la hora de analizar la oferta que nos hagan, no sólo nos fijemos en el tipo de interés, sino también en otros factores que directa o indirectamente van a encarecer nuestra hipoteca, como si es fija o variable, las comisiones y los productos vinculados asociados a la contratación de la misma (seguros, planes de pensiones, etc). De cualquier forma, todo es negociable en la contratación, y hay que analizar todos los factores de manera conjunta, antes de tomar la decisión y decantarnos por una u otra entidad.
Pues bien, cuando se trata de conseguir la mejor hipoteca, ya hay que hilar un poco más fino, y por supuesto, saber negociar; y claro, como en cualquier negociación, la clave para conseguir un buen acuerdo, pasa porque las fuerzas a medir entre las partes, se encuentren en equilibrio; y si es posible, que la balanza incluso se decante un poco a nuestro favor. Y como decía Sun Tzu en su gran libro “El arte de la guerra”: “Uno se defiende cuando se dispone de medios suficientes, y ataca cuando se dispone de medios más que suficientes”.
Por lo tanto, cuando vamos a negociar con una entidad financiera, y una vez que somos conscientes de que reunimos esos requisitos mínimos de solvencia; no debemos ponernos en sus manos para que nos ofrezcan unas condiciones estándar -que suelen ser las del típico folleto que nos ofrecen en la entrada de cualquier oficina bancaria o incluso a través de los mailing masivos que mandan a millones de clientes sin importar su clasificación financiera- debemos de ser un poco más exigentes y “exigir” -valga la redundancia- que nos hagan un estudio totalmente personalizado, para así conseguir las mejores condiciones posibles, acordes a nuestro perfil financiero.
Actualmente existen un montón de comparadores de hipotecas online, como puede ser rastreator.com -por citar una conocida- pero no dejan de ser motores de búsqueda que se nutren de esas ofertas estándar que ofrecen las diferentes entidades de crédito. Sin embargo, lo que realmente funciona -y de hecho, es uno de los servicios gratuitos que desde VIVEenGRANADA ofrecemos a nuestros clientes- es hacer ese mismo ejercicio comparativo, pero ofreciendo ofertas reales personalizadas para cada cliente y usando para ello a varias entidades de forma simultánea.
Tal y como se puede observar en la imagen de arriba, existe una gran diferencia entre que seas tú (cliente) quien vaya a una oficina bancaria y en su “terreno” -después de haber hecho la cola, por supuesto- les pidas condiciones para un hipoteca; a que sean ellos (bancarios) los que vienen a tu casa -o tal y como nosotros ofrecemos a nuestros clientes, a nuestra propia oficina- y previa cita, de forma simultánea se personen al menos tres entidades, para que nos ofrezcan su mejor oferta -como si de una entrevista de trabajo se tratara-. De esta forma, parece que la balanza ya empieza, cuanto menos a equilibrarse. En este caso ya eres tú quien elige al banco y no al revés.
Es decir, tal y como decía Sun Tzu en la cita anterior, podremos pasar de simplemente defendernos, a poder atacar en la medida de nuestras posibilidades.
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