En el contexto laboral actual, y por desgracia, es bastante habitual dar con directivos que encajan con lo que se denomina el Líder Tóxico. Pero antes de avanzar más en este concepto, y con objeto de que sepamos de qué estamos hablando, voy a intentar usar una breve definición que al menos a mí, me parece que lo describe bastante bien:
Es un líder que no sabe adaptarse al equipo que dirige, provocando un mal ambiente laboral, siendo incluso a veces malicioso a través de sus hechos y declaraciones; a pesar de ser buenos atrayendo talento a su empresa -ya que son manipuladores y aduladores cuando quieren conseguir algo-, frenan el crecimiento de sus colaboradores al no promover su desarrollo dentro de la organización. Esto hace que el nivel de malestar, y por ende de rotación y abandono de los miembros de la compañía sea muy elevado.
Pues bien, una vez situados en la figura del Líder Tóxico, vamos a analizar algunas de las características o rasgos de su personalidad que nos pueden ayudar a identificarlos. En mi experiencia, en este decálogo no están todas las que son, pero al menos sí que son todas las que están. Las he resumido en 10 rasgos característicos:
1. No cuidan de sus colaboradores
Por lo general no tienen en cuenta las necesidades de sus colaboradores o subordinados, ya que solo están centrados en los números y resultados. Aunque paradójicamente y como bien dice Richard Branson, «si cuidas a tus empleados, ellos cuidan de tu negocio». Consecuencias: las ratios de rendimiento son menores por mucho que machaque los objetivos.
2. No saben comunicar adecuadamente
En la mayoría de los casos suele ser un problema de empatía, ya que por el simple hecho de ser el jefe creen que los demás ya tienen claro lo que deben de hacer o cómo deben actuar en cada situación. Otras es un asunto de ego, y creen estar siempre en posesión de la verdad, como si fueran un mesías dispuesto por la gracias de Dios. Esto hace que no logren influenciar ni convencer. Solo se les obedece por respeto a su cargo.
3. No saben delegar
Precisamente por ese problema de ego al que hacíamos mención en el punto anterior, siempre consideran que “ellos lo saben hacer mejor”. Y si, estamos de acuerdo en que quizás nadie conozca mejor que ellos la compañía, pero eso no quiere decir que transmitiendo ese conocimiento a cualquier persona capacitada y con idoneidad de perfil, no pueda terminar haciéndolo incluso mejor. Ya lo dice el proverbio chino: «si quieres llegar lejos, rodéate de gente mejor que tu».
4. Escasa inteligencia emocional
Este hecho -no menor- hace que sean irascibles y que suelan recurrir a la ira, con todas las consecuencias que eso tiene en las emociones de los demás, por no saber gestionar las suyas propias. Además, y al no saber comunicar en positivo, crean un ambiente de crispación y mal rollo que se contagia como un virus por toda la organización. Afectando a todas las relaciones tanto verticales como horizontales.
5. Coartan la creatividad
Suelen ser personas inseguras y con una baja autoestima, lo que les hace ver como una amenaza a su posición, cualquier herramienta de cambio que no haya salido de si mismos, y por eso la suelen neutralizar. Una variante de este hecho -ya para nota-, es el apropiarse de las ideas de otros, una vez que ya las han madurado y previa comprobación de que no desafían su estatus. De hecho, en muchas ocasiones suelen venderlas como logros personales.
[…]cualquier individuo que los cuestione o simplemente no conniva con su mensaje “mesiánico”, terminará marginado o discriminado dentro de la organización.
6. Viven de los éxitos pasados
Además de tener una necesidad constante de reconocimiento -lo cual evidencia su falta de autoestima-, y debido a que no suelen ser personas exitosas debido a su ausencia de liderazgo “natural”, utilizan los premios o logros conseguidos antaño, para retroalimentarse de eso de lo que carecen. Es habitual ver en sus despachos títulos colgados en la pared y alguna estatuilla o trofeo.
7. Necesitan tener el control
Otra de las consecuencias de su complejo de inferioridad, es el hecho de necesitar tener el control en todo momento para no ver amenazado su posición dentro de la compañía. De hecho, cualquier tipo de liderazgo que surja como “informal”, suelen neutralizarlo cual katana cortando cabezas, con tal de que no le haga sombra.
8. No son imparciales
Suelen encontrarse más cómodos con aquellas personas que les “bailan el agua” y los idolatran, alimento indispensable para su ego. Sin embargo, cualquier individuo que los cuestione o simplemente no conniva con su mensaje “mesiánico”, terminará marginado o discriminado dentro de la organización.
9. Creen saberlo ya todo
Su inseguridad les hace ser poco humildes, y creer que lo saben todo ya. Por eso no suelen progresar, lo que les hace entrar en una especie de bucle de la ignorancia, ya que cuanto más tiempo pasa, más desactualizados están en cuanto a conocimiento y más se bloquean ante cualquier información nueva que venga a desestabilizarlos. Prefieren contratar asesores externos para cubrir ese vacío de conocimiento experto dentro de la compañía, antes que incorporar a miembros del equipo que puedan ponerlos en evidencia.
10. No saben dar feedback
El feedback es una herramienta muy potente si se sabe ejecutar con una visión de 360º, de lo contrario, puede tener efectos muy perjudiciales para la persona que lo recibe. El Líder Tóxico suele centrarse únicamente en los aspectos negativos del comportamiento o rendimiento de sus colaboradores, lo que termina por desmotivarlos.
Así las cosas, tal vez no tengas la capacidad de nombrar o elegir a la persona que va a dirigir un departamento o incluso una compañía, pero al menos con este decálogo tendrás una oportunidad de intuir o detectar a tiempo, a quién puede ser un indeseable compañero de viaje en tu vida laboral, antes de que sea demasiado tarde. Tal y como decía Frank Herbert: “Nunca sigas a un líder sin hacerte tus propias preguntas”.
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