Actualmente, y ante el clamor social que supone la forma tan cínica y egoísta en la que nos estamos cargando el planeta -y nos meteremos todos en el saco-, es fácil leer o escuchar noticias y declaraciones en todos los medios, relacionados con la economía verde.
Pero claro, en esto como en todo, es fácil caer en la trampa de estar poniendo parches y tiritas sin atajar el problema de raíz. Por ejemplo, cargamos un impuesto por el consumo de bolsas de plástico en tiendas y establecimientos por doquier, pero no atajamos la búsqueda alternativa a los materiales plásticos para el mismo uso, por otros que no procedan de combustibles fósiles porque claro, hay que respetar al lobby petrolero.
Estamos muy sensibilizados con los incendios del Amazonas o Australia, donde se están masacrando literalmente dos de las mayores reservas naturales o pulmones verdes del mundo; pero no se actúa suficientemente en la prevención de los mismos -que se repiten año tras año- porque la industria maderera es vital en estas economías.
Y claro, yo, como ciudadano del mundo de a pié, supongo que al igual que la mayoría de las personas, me indigno, y por eso me he decidido a escribir este artículo. Con el que intuyo que estoy dando voz a tantísima gente que como en mi caso, está cansada de mensajes vacíos e hipocresía de cartel.
Es por esta misma razón, que se critican las diferentes políticas implementadas por la ONU, que más que llegar al quid de la cuestión -que no es otro que atajar el problema de la contaminación y la sobreexplotación del planeta-, se limitan como decía al principio, a adoptar medidas superfluas como la de establecer cuotas y límites, o sanciones en caso de incumplimiento.
Cuando lo que en realidad es necesario es crear un modelo de crecimiento económico orientado a la economía verde, donde se focalicen las inversiones e innovaciones tecnológicas en la línea de crear una industria verde que genere riqueza y bienestar, pero de forma respetuosa con el medio ambiente.
Este asunto que nos concierne a todos, intuyo que no va a ser algo que se resuelva de un día para otro, pero al menos a mí me tranquiliza, que tras la pasada cumbre COP 25 celebrada en Madrid hace unas semanas; y las diferentes movilizaciones ciudadanas que acontecieron de forma paralela, ha quedado claro lo que dice el lema de la imagen que hay encima de estas líneas: es #TiempoDeActuar. Trabajemos por una economía verde, pero de verdad.
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